Apenas comencé a caminar me detuve, tomé una respiración profunda y me dispuse a ESTAR PRESENTE. Era un sábado, siete de la mañana y allí estaba yo con mis zapatos deportivos, un short, una franelilla y una gorra lista para caminar y luego darme un chapuzón en estos últimos días de verano mayamero, léase en Miami, específicamente South Beach.

Fue allí cuando me dispuse a ver, a contemplar, oler, percibir, escuchar y sentir lo que usualmente no hacemos cuando vamos a la playa o a cualquier lugar porque estamos de paso, andamos apurados o simplemente porque vamos en automático dando por sentado lo que pasa ante nuestros ojos.

Personas meditando.

Personas caminando.

Una mujer sola con su niña.

Una pareja de hombres mirándose, intercambiando el amor a través de los destellos de sus ojos. Si, son un par de gays y se están diciendo te amo a través de una mirada y una sonrisa.

Una pareja, un hombre y una mujer caminando agarrados de la mano.

Una mujer haciendo poses para una sesión de fotografía.

Un hombre que llora.

Un grupo que hace yoga.

Unos que nadan en el mar.

Otros fumando yerba y de la medicinal, léase marihuana. Debo acatar que estaba apenas amaneciendo.

Un hombre durmiendo después de tanto alcohol ingerido la noche anterior.

Un grupo que ríe y celebra.

Gaviotas en vuelo.

El hombre que limpia la playa.

La mujer que corre sola.

El hombre “loco” harapiento que camina diciendo mira mi cuerpo, está limpio”

El salvavidas que llega a ocupar su lugar en su casita

Y el sol que sale por el horizonte.

El enamorado que le toma una foto a su mujer.

La pareja sentada, ambos están leyendo.

El padre con el hijo sentados a la orilla de la playa.

Grupo que canta el cumpleaños feliz.

Un grupo de gaviotas en la arena haciendo ruido o cantando.

Un niño que pinta en carboncillo el paisaje sobre su block de dibujo.

Una familia hindú sentados a la orilla de la playa desayunando.

Un hombre solo que corre.

Un hombre con su mascota, un perro.

Una mujer sola hablando por celular.

Un fotógrafo captando el amanecer en su lente.

Una mujer en bikini caminando descalzo.

Un hombre con sus audífonos escuchando música o quizás un podcast.

Una mujer mayor suficientemente sabia para caminar con sus pasos lentos disfrutando el agua como se escurre entre sus pies en la orilla pisando la arena y mirando al sol.

Huellas de zapatos, huellas de pies, huellas de cauchos de vehículos, huellas de bicicleta.

Quioscos cerrados.

El hombre que arregla las sillas y las tumbonas para los que vienen llegando.

La mujer que flota en el agua.

Hombre jadeando y con su respirar forzado que pasa corriendo.

Un hombre con una bolsa recogiendo basura.

Una mujer obesa que sin importarle sus carnes Y voluptuosidades viste su bikini.

Dos policías en moto haciendo su recorrido.

Un grupo de jóvenes haciendo el recuento de lo que vivieron, BEBIERON y gastaron en la noche de rumba.

Un solo Nido de tortugas rodeado por la cinta que le dice a los que pisan la arena: ¡cuidado! Están a punto de nacer, no pises aquí.

Una pareja de ancianos lo suficientemente saludables y fuertes extendiendo su toalla en la arena.

Una pareja de pescadores con su caña.

Un hombre en parapente con motor. Esto es primera vez que lo veo.

Grupo de adolescentes recogiendo basura en la playa.

Las palmeras 🌴 sin movimiento pues no hay brisa.

La estela blanca que dejó un avión en el cielo.

Una pareja de mediana edad en bicicleta.

Un niño que grita mamáaaaaaaa.

La quietud de las palmas y de los cocoteros.

Lo estático y lo erguido de los edificios.

Y ya cuando decidi regresarme al carro, seca pues se me fue el tiempo y decidi no zambullirme en el mar, observe:

La mujer en la ducha secándose el agua de mar.

El bebé que se agacha para tocar la textura del cemento de la caminería.

El taxista dando la Vuelta en u.

Mucha gente llegando a la playa y finalmente, mi carro. Debia regresar a casa.

SI llegaste hasta aquí te preguntarás, a que viene tanta descripción, y yo lo único que te puedo responder es que una hora, solo una hora duró esa caminata y darme el permiso de grabar en mi mente esto que te escribo, ya forma parte de mi pasado.

Ese pasado que deja huellas que quedan tatuadas sin tinta, tal cual las huellas que dejó nuestra infancia y nos marcan para toda una vida.

Huellas indelebles y profundas, tan profundas que somos incapaces de captar pues están sepultadas en el inconsciente personal, familiar y colectivo.

De esas huellas, ¿qué recuerdas?

De eso que estás transitando hoy en tu presente, ¿qué crees que puede estar relacionado con ese pasado que no logras descifrar?

Siempre digo: Cuando lo llevas al consciente ya estas en el 50%, al otro 50% hay que echarle ganas, terapia, decisiones, acción y movimiento, porque cuando tu te mueves algo mas grande comienza a moverse.

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Anastasia Gómez Lira
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