Solteras, casadas, divorciadas o viudas, no importa la edad, la nacionalidad, la cultura ni la religión.
Lo único que importa es la disposición de cada una a aportar y dar lo mejor de si y recibir lo que le corresponde.
Compartir viajes y vivencias con otras mujeres ha sido una experiencia transformadora. El ir a las montañas, dormir juntas en una casa de campo, cocinar en equipo, escuchar música, meditar y entablar conversaciones donde cada una aporta desde lo más trivial hasta lo mas intimo sin emitir juicios es algo que me lleva a trabajar cada día mas en pro de la mujer.
Solteras, casadas, divorciadas o viudas, no importa la edad, la nacionalidad, la cultura ni la religión.
Cuando subimos una montaña en Sedona o en el Gran Cañón, por ejemplo, la meta es ir al mismo ritmo, apoyándonos unas a otras, dando espacio para tomar fotos, para respirar y disfrutar del majestuoso paisaje. Las carreras y las medallas no forman parte aquí. Después de hacer los recorridos que nos pautamos en el día, nos vamos al espacio que hemos reservado para el merecido descanso y el arte de la cocina hace su aparición. En una danza alquímica mientras unas preparan la cena otras se bañan, otras ponen la mesa y vamos creando u ambiente familiar.Los atardeceres, el cielo estrellado o la luna llena son participes y cómplices solidarios de las risas, las anécdotas, las lagrimas y las historias de vida.
Las madrugadas y los amaneceres despuntan y nos regalan una paleta de colores con aroma de café recién colado.
Es un placer tener la libertad de alzar vuelo sin culpa para ir a lugares nuevos o conocidos, donde la magia es estar presente, presente para vivir, para respirar y para conectarnos.
Buen camino a las que se atreven…………
Anastasia Gomez Coach